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De una Julieta llena de dudas y un Romeo con miles de excusas




Los labios bendicen la lascividad de mis letras, el letargo de los días que reptan y nos muerden los tobillos, el océano, el lenguaje azul de tu tacto y de mi cuerpo, granizada de sueños sobre nuestras cabezas, laberínticos senos que destruyen el silencio, el tartamudeo de la noche que tropieza con sus incoherencias, los perros que ladran y las chicas que imaginan humedad, en esta selva crece el concreto y los cobardes, se saborea el fuego y se recita la miel, el cuaderno hecho de hojas de otoño, de prohibidas flores que vuelan los breves cielos del terror, la cicatriz que contiene una historia que no ha sido revelada, muero en cada mentira y me renuevo en cada trago, en cada espíritu que volátil cambia de opinión.
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